El caso WestDetección de una enfermedad mortal del corazón con una técnica de imágenes La displasia arritmogénica del Ventrículo Derecho No hubo tiempo para despojarlo de la ropa deportiva. Los amigos de Nick West veían cómo el rostro patético de él cambiaba de color y se volvía pálido y lívido cuando su hermano trataba de despertarlo. Es un ataque de epilepsia! - le gritaron - aflójale la ropa! la situación había dejado de ser la habitual a los casos de desmayos que habían visto. El entrenador - que había observado la escena - llegó justo para confirmar que Nick no tenía epilepsia sino un paro cardiaco o muerte súbita. Afortunadamente el hombre pudo con sus conocimientos de primeros auxilios reanimar el corazón del joven hasta que los paramédicos llegaron. El electrocardiograma que un mes atrás Nick presentó en el club deportivo, no tenía evidencia que él sufriera algún trastorno cardiaco previo. Se había quejado de tener «palpitaciones y taquicardia» y cierta vez - cuando asistía a la escuela - tuvo un vahído del cuál se recuperó sin secuelas. Nick ingresó al Hopkins un fin de semana. Los médicos de la unidad de cuidados intensivos confirmaron que Nick tenía episodios de taquicardia ventricular: un tipo de arritmia cardiaca peligrosamente fatal. Más tarde confirmaron que la enfermedad de Nick era la displasia arritmogénica del ventrículo derecho, también conocida como ARVD por sus siglas en inglés. La ARVD permanece silenciosamente en sus víctimas, hasta que un día ataca violentamente y mata. Quienes tienen la afección (por lo general personas atléticas entre los 20 y los 40 años de edad) consultan al médico por sentir palpitaciones o sensaciones de vahídos, pero en muchos casos, no hay síntomas previos y el corazón empieza a latir descontroladamente; ese puede ser el único y mortal síntoma. La ARVD surge como consecuencia de un tejido cardiaco anormal. En un corazón normal, los músculos sanos que recubren el ventrículo derecho facilitan la conducción de la corriente eléctrica que se produce en cada latido cardiaco. Pero en los pacientes con ARVD, el tejido sobre la pared del ventrículo derecho es adiposo y cicatricial, esto hace que la corriente no se trasmita bien, se fomente corto circuitos y se disparen las arritmias que ponen en peligro la vida. «Muchos pacientes mueren antes de haber sido diagnosticados» dice el cardiólogo Hugh Calkins. «Lo particularmente importante es que esta enfermedad es tratable», sigue diciendo Calkins. Se implanta un desfibrilador que aplica un choque eléctrico al corazón y lo vuelve a su ritmo normal; el mismo dispositivo tiene un electrodo para detectar una arritmia mortal. El desfibrilador le permite al paciente con ARVD llevar una vida plena. El problema es que la enfermedad había sido casi imposible de diagnosticar antes que fuera demasiado tarde. Las bandas sutiles de tejido adiposo y cicatricial, que caracterizan a la enfermedad, en la delgada y temblorosa pared del ventrículo derecho no son detectadas por las técnicas convencionales de imágenes. «Miramos un espacio muy pequeño, aproximadamente de 1 a 2 milímetros de ancho, que se mueve cada 15 milisegundos con la respiración y el latido del corazón», explica el radiólogo David Bluemke, M.D. «Todo este movimiento hace borroso el tejido adiposo en la Imagen de Resonancia Magnética (IRM) convencional». Ahora con los nuevos escáneres de alta velocidad para Resonancia Magnética, Bluemke y Calkins están mejorando el pronóstico de los pacientes con ARVD. Las imágenes de resonancia magnética obtenidas con alta velocidad se han vuelto más importantes para el diagnóstico temprano. «Se puede congelar el movimiento del corazón y capturar imágenes más detalladas. «Eso representa una diferencia abismal en la detección temprana», dice Bluemke. Para confirmar el diagnóstico, las imágenes se correlacionan con los resultados de exámenes electrocardiográficos y otros de la actividad eléctrica del corazón. Hoy, en Hopkins saben con certeza si un paciente con palpitaciones sospechosas tiene ARVD y le pueden advertir inmediatamente lo insidiosa que es la enfermedad. «La clave en estos pacientes es hacer el diagnóstico correcto, precozmente», dice Bluemke. Nick lo tuvo y gracias a ello pudo recibir un desfibrilador implantado y seguir su vida practicando deporte.
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